
batalló contra estrellas violetas
marchó con cautela transparente
y nos dejó una gran meta.
Sus palmas las entregó sobre mis hombros dolidos
y su luz se extinguió detrás de la puerta de madera.
Su voz se grabó en mi alma entera
y su mirada traspasó montañas y laderas.
Hoy te digo hasta siempre
maestro de buena escuela.
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